Raid Columbia por Nacho Ordoñez
DIA 0 – EL SUEÑO Y LA PREVIA
Cuando en 2012 se dio a conocer la primera
edición de la carrera supe que iba a correrla en algún momento.
Ese año era una verdadera utopía soñar con terminar una aventura de ese tipo, todavía no había cumplido un año entrenando regularmente, pero estaba convencido de que si cumplía con algunas metas intermedias ese día iba a llegar.
Ese año era una verdadera utopía soñar con terminar una aventura de ese tipo, todavía no había cumplido un año entrenando regularmente, pero estaba convencido de que si cumplía con algunas metas intermedias ese día iba a llegar.
Así fue que en enero de este año y luego de
completar dos maratones entendí que estaba listo para encarar este desafío.
Entrenaba solo hasta ese momento y preparar una aventura en Buenos Aires no es
tarea sencilla por lo que opté por ingresar a un running team. Así fue que
luego de revisar varias opciones opte por unirme al equipo de Carolina Rossi y
su Fila Running Team.
La preparación específica duró cinco meses
e incluyó una hermosa pero no del todo positiva excursión a Huerta Grande para
correr los 25k del Columbia Xtrail America por las sierras cordobesas en el mes
de marzo. En esa oportunidad, mi ansiedad me jugó una mala pasada y luego de
culminar la competencia terminé deshidratado en la carpa de enfermería.
Esta experiencia me inquietó bastante, ¿cómo iba a hacer para bancarme tres días en la montaña si no había podido con uno solo? Ahí fue donde entendí lo más importante de tener un entrenador y un grupo de entrenamiento. La contención que me brindaron ellos y mi familia fue tal que lejos de amedrentarme, “lo de Córdoba” me dio más fuerzas para continuar, sabía que esa experiencia iba a sumar mucho más de lo que restaría.
Esta experiencia me inquietó bastante, ¿cómo iba a hacer para bancarme tres días en la montaña si no había podido con uno solo? Ahí fue donde entendí lo más importante de tener un entrenador y un grupo de entrenamiento. La contención que me brindaron ellos y mi familia fue tal que lejos de amedrentarme, “lo de Córdoba” me dio más fuerzas para continuar, sabía que esa experiencia iba a sumar mucho más de lo que restaría.
El día ocho de mayo llegué a Salta, me
reuní con mis compañeros y juntos fuimos al teatro Provincial para realizar la
acreditación. Retiramos el kit, nos
sacamos fotos y luego asistimos a la charla técnica.
La aventura había comenzado.
La aventura había comenzado.
DÍA 1 – TREN A LAS NUBES
Chorrillos a Campo Quijano
Distacia: 26k
Altura: Max 2121 mtnm – Min 1539 mtnm
Altura Acum: Asc. 424 mts – Desc. -1005 mts
Distacia: 26k
Altura: Max 2121 mtnm – Min 1539 mtnm
Altura Acum: Asc. 424 mts – Desc. -1005 mts
El viernes nos encontró muy temprano
esperando subir la combi que nos llevaría hacia la estación Chorrillos para el
comienzo del primer día.
El transfer nos dejó alrededor de una hora
antes del comienzo, tiempo que aprovechamos para ir al baño, terminar de hidratarnos, llenar
los camels y sacarnos alguna que otra foto.
Cuando el reloj comenzó la cuenta regresiva, nos apostamos en la largada y mientras los nervios y la ansiedad se incrementaban, las palabras de aliento de todos, corredores y acompañantes, nos iban dando el ánimo necesario.
Cuando el reloj comenzó la cuenta regresiva, nos apostamos en la largada y mientras los nervios y la ansiedad se incrementaban, las palabras de aliento de todos, corredores y acompañantes, nos iban dando el ánimo necesario.
Los primeros kilómetros transcurrieron entre la incertidumbre de no saber
con qué nos íbamos a encontrar y la satisfacción de estar corriendo por las
mismísimas vías del tren a las nubes y cruzar los puentes, pisando solo en los
durmientes, tratando de no mirar hacia abajo para evitar el vértigo.
Luego, el recorrido nos alejó de las vías
para depositarnos a través de una ruta de ripio, en un río casi seco en medio
de dos cerros que pintaban un paisaje similar a estar transitando por un cañón.
Moverse a través de las piedras no fue tarea sencilla, si bien en un principio
parece que podés correr libremente, lentamente te va comiendo las piernas.
Al salir del río tomamos otra carretera de tierra
que nos hizo pasar por una escuela en donde alrededor de seis niños nos
esperaban en fila y con las manos extendidas para que se las chocáramos al
pasar. Todavía tengo presente la risa de cada uno de ellos cuando choqué las
mías.
Antes de atravesar el tan esperado túnel
debíamos trepar una pared de setenta metros para lo cual tuvimos que
ayudarnos con una soga. Ahora sí, había llegado el momento de enfrentar a la
oscuridad, ingresar en ese pasadizo y ver cómo de a poco dejabas de ver, tener que apoyarte a la pared y caminar
para no caerte. Fueron apenas unos 45 segundos
hasta que al girar se volvía a ver la luz y las piernas retomaban el
ritmo.
Otra vez había que salirse de las vías y
tomar por un sendero que descendía en una especie de caracol, por fin podía
correr libremente. Lamentablemente no duró mucho ya que al poco tiempo estaba
enfrentando una pequeña cuesta que desembocaba en el momento más anhelado
del día, el tan ansiado viaducto, un
puente a más de sesenta metros de altura y de unos dos metros ó menos de ancho.
Por suerte se dejaba correr y hacerlo sabiendo que estás corriendo sobre la
postal es una sensación maravillosa.
Al término del viaducto recorrimos las vías
casi hasta el final, este fue sin dudas el momento más aburrido y tedioso de la
misma, quizás el cansancio que ya estaba haciéndose notar, hizo que no disfrutara
este último tramo. Quedaban seis mil metros, lentamente comencé a perder ritmo
y en los últimos tres kilómetros debido a unos calambres estomacales tuve que
alternar la corrida con pequeñas caminatas para tratar de paliar el dolor.
El final de la etapa no era el mejor pero al ver que el arco de llegada se acercaba me olvidé de los dolores y corrí a cruzarlo.
El final de la etapa no era el mejor pero al ver que el arco de llegada se acercaba me olvidé de los dolores y corrí a cruzarlo.
En total recorrí los 26 kilómetros en
02:35:16hs quedando en la posición 95 sobre 436 corredores de la categoría
individual.
El primer día se había terminado entre la
satisfacción de haber culminado una carrera muy dura y la incertidumbre sobre
lo que pasaría al día siguiente ya que el cansancio era realmente importante.
DÍA 2 – CERRO DE LOS SIETE COLORES
Tumbaya a Purmamarca
Distacia: 21,2k
Altura: Max 2820 mtnm – Min 2103 mtnm
Altura Acum: Asc. 1090 mts – Desc. -869 mts
Después
de pasar el día y la noche en un campamento sensacional, debíamos tomar la
combi que nos llevaría a Tumbaya para iniciar la segunda etapa.
El viaje se demoró más de lo esperado y llegamos a la largada apenas diez minutos antes del comienzo de la carrera. Al llegar tan sobre la hora tuve que optar por cargar agua y no ir al baño, lo haría durante el recorrido.
El viaje se demoró más de lo esperado y llegamos a la largada apenas diez minutos antes del comienzo de la carrera. Al llegar tan sobre la hora tuve que optar por cargar agua y no ir al baño, lo haría durante el recorrido.
En
la charla técnica nos habían aconsejado guardar piernas para el último tramo
porque íbamos a poder correr muy rápido y eso nos haría ganar mucho tiempo.
Los primeros kilómetros se
presentaban algo ondulados y con una arenilla bastante densa. Decidí cuidarme para lo
que vendría y opté por caminar cada cuesta y correr solo en los momentos planos
y en los descensos.
Así fue que caminando rápido llegué al pie del primer cerro, en total serían unos 300 metros de ascenso en cinco kilómetros para este primer cuarto de la carrera. No quise apurarme demasiado y quizás pequé de conservador al mantenerme por detrás de corredores que evidentemente trepaban a un ritmo más lento del que podía hacerlo yo. El temor a que me pase lo mismo que en Córdoba estaba a flor de piel y me impedía relajarme y avanzar tranquilo.
Así fue que caminando rápido llegué al pie del primer cerro, en total serían unos 300 metros de ascenso en cinco kilómetros para este primer cuarto de la carrera. No quise apurarme demasiado y quizás pequé de conservador al mantenerme por detrás de corredores que evidentemente trepaban a un ritmo más lento del que podía hacerlo yo. El temor a que me pase lo mismo que en Córdoba estaba a flor de piel y me impedía relajarme y avanzar tranquilo.
Paso
a paso llegué a la cima y me apresté a enfrentar el primer descenso, un
hermosísimo sendero de tierra de unos tres mil metros que se dejaba correr muy
fácilmente. El paisaje comenzaba a mostrar las primeras tonalidades en los
cerros y se mostraba como preámbulo de lo que vendría.
A
la altura del noveno kilómetro de carrera finalizaba el descenso y el segundo
puesto de hidratación daba comienzo al tramo más tedioso de la etapa. Una
cuesta de ripio imposible de correr. Su inclinación no era muy pronunciada pero
su constante elevación hacía que trotar fuera un acto suicida.
Otra
vez un puesto de hidratación marcaba el comienzo de un nuevo desafío en este
segundo día, ahora teníamos enfrente un nuevo cerro que deberíamos subir por un
sendero caracolado que aumentaba su pendiente a medida que avanzábamos. La
trepada culminaría a los 2820 mtsn, todo un desafío para los cuádriceps y
lumbares.
Fueron cuatro kilómetros en donde se mezclaron todas las emociones, por un lado el sufrimiento de trepar y trepar sin ver el final y por el otro, la emoción de saberse inmerso en medio en un paisaje único, pintado por cerros enormes y coloridos.
Fueron cuatro kilómetros en donde se mezclaron todas las emociones, por un lado el sufrimiento de trepar y trepar sin ver el final y por el otro, la emoción de saberse inmerso en medio en un paisaje único, pintado por cerros enormes y coloridos.
Por
último, y como todo esfuerzo tiene su premio, luego de la cima, se desprendía
un descenso de 5 kilómetros para correr y dejarse llevar.
Los primeros metros no serían sencillos pero había esperado tanto ese momento que no me importó correr riesgos y decidí apretar el acelerador y bajar lo más rápido posible. Por supuesto que patiné con un puñado de piedras sueltas y terminé en el suelo. Pero tuve la suerte de caer en un lugar plano y con el suficiente espacio para permitirme rodar y evitar lesiones. Me incorporé velozmente y lejos de amedrentarme, seguí bajando a máxima velocidad.
Al finalizar la parte más técnica de la bajada ingresábamos en el Paseo de Los Colorados, ya no tenía que preocuparme por las lesiones y me lancé a correr como no lo haría durante los tres días de competencia.
Los primeros metros no serían sencillos pero había esperado tanto ese momento que no me importó correr riesgos y decidí apretar el acelerador y bajar lo más rápido posible. Por supuesto que patiné con un puñado de piedras sueltas y terminé en el suelo. Pero tuve la suerte de caer en un lugar plano y con el suficiente espacio para permitirme rodar y evitar lesiones. Me incorporé velozmente y lejos de amedrentarme, seguí bajando a máxima velocidad.
Al finalizar la parte más técnica de la bajada ingresábamos en el Paseo de Los Colorados, ya no tenía que preocuparme por las lesiones y me lancé a correr como no lo haría durante los tres días de competencia.
Luego
de una curva hacia la izquierda ingresábamos en la bella Purmamarca en donde
después de unas tres ó cuatro cuadras se encontraban la plaza principal y el
arco de llegada.
Ésta vez fueron cerca de 22 kilómetros, que
parecieron como 30, en 03:08:24hs puesto 78 en la categoría individual en la
etapa.
Culminaba el segundo día y las ganas de
seguir corriendo y disfrutando esta hermosa aventura no paraban de crecer.
Estaba realmente feliz y no deseaba que se terminara nunca lo que estaba
viviendo.
DÍA 3 – SALINAS GRANDES
Distacia:
10k
Altura: Max 3413 mtnm – Min 3405 mtnm
Altura Acum: Asc. 80,5 mts – Desc. -80,9 mts
Altura: Max 3413 mtnm – Min 3405 mtnm
Altura Acum: Asc. 80,5 mts – Desc. -80,9 mts
Cuando arribamos cerca de las 8am, las Salinas nos recibieron
con una temperatura aproximada de -1°C, y cada ráfaga de viento me hacía sentir
que la elección de ir solo con un short no había sido la elección acertada. Por
fortuna, y a medida que pasaba el tiempo y la hora de la largada se acercaba,
entre la adrenalina y el sol que iba subiendo, la temperatura fue creciendo al
punto que opté por correr solo con el short y la pechera oficial.
Hasta el momento no había tenido problemas con la altura,
podía respirar perfectamente y sentía que el aire no sería un problema. Decidí
comenzar a 4.50min/km para luego ir viendo si podía bajar a 4.30. La idea
original era bajar los cincuenta minutos por lo que no iba matarme.
El plan me duró quinientos metros, no podía levantar las
piernas del piso, era como si mis pies estuvieran imantados al suelo. Cada paso significaba un esfuerzo enorme, y
si bien el ritmo cardíaco se acemejaba al de un fondo, apenas si podía
mantenerme por debajo de los 6 min/km.
A mi alrededor la gente ya comenzaba a caminar. En ese momento, claro, el objetivo de la carrera cambió; ahora el gran desafío sería no caminar. Algo sencillo si tenemos en cuenta que sólo serían diez mil metros, pero un tarea casi imposible, si pensamos que estaba a más de 3400 mtsm y con una carga de kilómetros enorme sobre las espaldas.
A mi alrededor la gente ya comenzaba a caminar. En ese momento, claro, el objetivo de la carrera cambió; ahora el gran desafío sería no caminar. Algo sencillo si tenemos en cuenta que sólo serían diez mil metros, pero un tarea casi imposible, si pensamos que estaba a más de 3400 mtsm y con una carga de kilómetros enorme sobre las espaldas.
El terreno, lejos de ayudar, empeoraba las cosas. Capaz de
cambiar tres ó cuatro veces la superficie en apenas trescientos o cuatrocientos
metros. Pasaba de ser firme y liso como el asfalto a arenoso y blando como en
la playa órugoso y tan endeble que sentías cómo se rompía bajo tus pies con
cada paso.
El viento, la pesadez en las piernas y las ganas de que se termine ya ese suplicio hicieron sin dudas de esta etapa, la más difícil de todas.
El viento, la pesadez en las piernas y las ganas de que se termine ya ese suplicio hicieron sin dudas de esta etapa, la más difícil de todas.
Si bien correr era una tarea mayor, el nuevo plan venía
cumpliéndose; a medida que se sucedían los kilómetros y el arco de llegada
estaba más cerca, el buen ánimo iba creciendo y de a poco se hacía más
llevadera la carrera.
Alrededor de la octava marca encontré a dos de mis compañeros de grupo que venían tirando juntos, decidí hacer el esfuerzo de alcanzarlos y tratar de terminar con ellos la prueba.
Esto hizo claramente más llevadero el último tramo y pude relajarme y pensar en lo maravilloso de estar rodeado de un hermoso desierto blanco, un paisaje sensacional, el broche de oro a tan hermosa experiencia.
Ese último kilómetro y medio que hicimos los tres juntos quedará conmigo para siempre, hablamos poco, es cierto, pero nos dimos el ánimo y la compañía necesaria para terminar de disfrutar juntos una de las más asombrosas vivencias que hemos vivido como corredores.
Alrededor de la octava marca encontré a dos de mis compañeros de grupo que venían tirando juntos, decidí hacer el esfuerzo de alcanzarlos y tratar de terminar con ellos la prueba.
Esto hizo claramente más llevadero el último tramo y pude relajarme y pensar en lo maravilloso de estar rodeado de un hermoso desierto blanco, un paisaje sensacional, el broche de oro a tan hermosa experiencia.
Ese último kilómetro y medio que hicimos los tres juntos quedará conmigo para siempre, hablamos poco, es cierto, pero nos dimos el ánimo y la compañía necesaria para terminar de disfrutar juntos una de las más asombrosas vivencias que hemos vivido como corredores.
Se terminaba el Raid Columbia y decidimos hacerlo juntos,
cruzamos la meta abrazados, emocionados y felices.
Fueron poco más de 10 kilómetros, los más
difíciles de mi vida, en 01:02:36hs 95 en la categoría individual en la etapa.
Completé la carrera en 06:46:16 horas que me dejaron en la posición 84 de la general y 47 en la categoría.
Completé la carrera en 06:46:16 horas que me dejaron en la posición 84 de la general y 47 en la categoría.
No es una carrera que necesariamente deba hacerse de a dos
pero sí es una experiencia que debe compartirse con otros.
El primer día es duro pero muy divertido, el segundo es sencillamente maravilloso, desde los paisajes hasta el placer de su exigencia, el tercero es el más difícil y extraño, claramente una experiencia que merece ser vivida.
El primer día es duro pero muy divertido, el segundo es sencillamente maravilloso, desde los paisajes hasta el placer de su exigencia, el tercero es el más difícil y extraño, claramente una experiencia que merece ser vivida.
Si tienen la oportunidad de hacerlo en algún momento no lo
duden, es una carrera que realmente vale la pena.
Ricardo Ignacio Ordoñez
Ricardo Ignacio Ordoñez
Genial nachoo!!!
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