El cuerpo avisa (por Diego Santoro)
A todos
nos suena eso del “no pain, no gain“, es decir, que sin sacrificio no se
consigue el beneficio, aplicado al mundo del entrenamiento físico. En parte es
bastante cierto, puesto que hay que ser estricto y entrenar con intensidad si
se aspira a conseguir un buen estado de forma. Lo que no hay que olvidar es que
la molestia y el dolor se pueden confundir, y a veces no sabemos
cuándo hay que parar de entrenar y tomarse un respiro.
Entrenar
es duro, y el dolor se asocia con estar haciendo ejercicio a intensidad
elevada, lo cual repercutirá positivamente en los resultados. Esto es cierto en
parte, puesto que no todos los dolores se deben al esfuerzo controlado, sino
que hay algunos que nos indican que hay que parar el entrenamiento, puesto
que existe riesgo de lesión.
El tema
es complejo, mucho mas amplio de lo que aquí se puede abarcar, pero trataré de
dar unas pautas generales para que no se nos olvide que el entrenamiento tiene
que ser para el cuerpo, no a costa del cuerpo. Con esto quiero poner en
evidencia casos que todos conocemos, como aquellos que por entrenar con
demasiada intensidad un par de semanas han tenido que estar de reposo varios
meses, por culpa de una lesión por sobreesfuerzo. Esperemos que el sentido
común haga acto de presencia a tiempo, para evitar este tipo de desastres.
Dolor vs Molestia
Sabemos
que al entrenar hay que sentir dolor. Esto es muy radical, pero mas o
menos es así. Lo que en realidad queremos decir es que el entrenamiento intenso
provoca molestias, incluso muy intensas, en músculos y articulaciones, debido
al esfuerzo al que son sometidos durante el ejercicio.
Se puede
entrenar de forma intensa y tener agujetas leves, o entrenar de forma
incorrecta y llegar a casa destrozado, sin lograr un entrenamiento tan intenso.
Por lo
tanto, es necesario conocer el cuerpo, ir forzando “la máquina”, superar los
obstáculos e ir ganando intensidad, pero siempre sin descuidar medidas de
protección, así como un entrenamiento sensato, donde la diferencia entre
dolor y molestia será lo que nos permita seguir entrenando con menor riesgo de
lesión.
Entrena,
sobre todo, con la cabeza
Es lógico
querer hacer más esfuerzo, levantar más peso, realizar más repeticiones, correr
más rápido, saltar más alto… Y esto implica dolor y riesgo de lesión. Sin
embargo, lo que no tiene sentido es entrenar mal, de forma descuidada, o
sometiendo al cuerpo a un esfuerzo demasiado intenso que provoque lesión.
En los
gimnasios es relativamente frecuente las lesiones por sobreuso (tendinopatías,
antes llamadas “tendinitis”), así como roturas de fibras y otros problemas
originados por entrenar levantando demasiado peso, o hacerlo de forma
incorrecta. También puede favorecer la aparición de lesiones no realizar
días de descanso pertinentes, o entrenar ignorando dolores que aparecen con el
ejercicio y desaparecen en reposo, que son un aviso de que algo está
fallando y es mejor parar el entrenamiento, o, al menos, dejar de hacer los
ejercicios que provoquen o acentúen el dolor.
En
general una buena progresión, cuidando la técnica en todo momento y
seleccionando los pesos adecuados, escalandolos de forma progresiva, es una
buena fórmula para evitar estos dolores que pueden dar lugar a lesiones
por sobresolicitación. Cuidar la alimentación, horas de sueño, días de descanso
y entrenar concentrado y sin prisas ayudará a que el entrenamiento sea intenso,
generando molestias y agujetas, pero sin dar lugar a lesiones que puedan obligar
a permanecer meses sin poder entrenar a buen nivel.
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